La capital del surf

Redacción
A fondo

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Surfing 2212948


Cada año miles de turistas vienen a las costas cántabras para practicar un deporte lleno de pasión y diversión como el surf. La región, bañada por el Mar Cantábrico, cuenta con espectaculares olas que permiten a los surferos disfrutar al máximo de este deporte. Competiciones como la Vaca Gigante se han convertido durante varias ediciones en una cita especial para el mundo del surfing, en el que cada año más de 50 surfistas buscaban olas de entre siete y ocho metros que se levantan en el agua para conseguir la mejor foto.


Pero este deporte cuenta con mucha tradición. En 1963 el santanderino Jesús Fiochi se convirtió en el primer surfista español que cabalgó una ola en el Sardinero, aunque la introducción de este deporte en nuestro país llegó de Francia a través del País Vasco, donde el pequeño pueblo de Mundaka es una referencia.


Ya en la década de los 80, el surf comenzó a vivir su momento de auge en Cantabria. Muchos pioneros de este deporte empezaron a fijar su residencia en lugares como Somo y Loredo para estar más cerca del mar y así practicar su pasión.


La moda de esta disciplina deportiva a partir de esa década comenzó a expandirse. Contaba con su propia música, una forma de vestir y ciertos códigos que lo convirtieron en un auténtico estilo de vida. Trasladaba libertad, juventud, frescura, dinamismo, llegando a convertirse en una herramienta publicitaria muy poderosa para las multinacionales de sectores tan diferentes como la automoción, las bebidas burbujeantes o los perfumes. El 90 % de los amantes del surf tenían entre 18 y 35 años.


En 1991 se estableció en Somo la primera escuela de surf de España y ahora cuenta con muchas escuelas en las que conviven más de 6.000 alumnos, creciendo un 5% cada año. El pequeño pueblo costero también tiene varias tiendas de surf y talleres de tabla, además de surf houses.


En 2011 y por primera vez, la Universidad de Cantabria introduce el surf en sus cursos de verano balo el título de ‘El surf: Nueva industria turística emergente’, lo que demostró que esta actividad deportiva era algo más que un deporte en el mar que se practica con un tabla.


En definitiva, el estilo de vida de los surfistas ha sido siempre uno de los más deseados por aquellos amantes del mar, las playas y el sol, pero que ha ido siempre más allá evolucionando cada año. Ahora los surfistas han hecho de su amor por un deporte su trabajo, por lo que ahora además de entrenar, tienen que viajar, manejar las redes sociales, buscar patrocinadores y sobre todo, vivir de ello.