Pocos lugares en el mundo poseen paisajes que roban el aliento y desafían al más experimentado de los alpinistas como los de la Cordillera Blanca. Las nieves perpetuas de sus montañas que parecen tocar el cielo y el verdor de su campiña crean un contraste que hipnotiza a quien se aventura por estas alturas.
Sus montañas son el escenario del esfuerzo y la superación de los alpinistas, y desde eldiariocantabria.es hemos hablado con dos de ellos. La cántabra Cristina Serna Mirones y el riojano Rubén Pérez Blázquez han dejado su huella en las montañas peruanas, encadenando nueve cumbres en una expedición que contó con ascensiones técnicas, superadas a base de resistencia y pasión por la montaña.
Algunas de las rutas firmadas por Cristina podrían convertirse en la primera ascensión femenina española. Sin embargo, la alpinista prefiere poner en valor la superación personal: "Creo que sería algo circunstancial, no es algo especialmente significante. Para mí, lo que realmente importa es la superación personal: esta expedición ha supuesto un esfuerzo enorme por la resistencia que ha exigido encadenar tantas cumbres sin apenas descanso. Ese es el verdadero logro, y lo que me motiva a seguir creciendo como alpinista y como persona”.
Huaraz (Perú) – La Cordillera Blanca, corazón nevado de los Andes peruanos, ha sido testigo del logro de la cántabra Cristina Serna Mirones y el riojano Rubén Pérez Blázquez, que han completado una intensa temporada de alpinismo durante varias semanas.
“Ha sido una temporada inolvidable en las montañas del Perú. Más allá de las cumbres, nos llevamos la experiencia, el esfuerzo compartido y la satisfacción de haber cumplido un sueño”, señalaban al concluir su aventura.
Entre los nevados conquistados destacan nombres emblemáticos como el Chopicalqui (6.354 m) y el Ranrapalca (6.100 m), donde la cordada se enfrentó a pendientes de hasta 85° en hielo, largos de escalada artificial A2 y secciones de roca de V+. Tres de estas ascensiones reflejan la ambición técnica de la expedición, que combina esfuerzo físico, riesgo calculado y resistencia mental.
En la cima del Ranrapalca (6.100 m), Cristina y Rubén vivieron quizá el desafío más exigente. Allí se encontraron largos de escalada artificial en A2 y tramos de hielo a 85° de inclinación que junto a la “altura, frío y compromiso lo convertía en un reto enorme” que superaron “gracias al trabajo en equipo, a la confianza mutua y a la experiencia previa en grandes paredes. Fue una ascensión que nos exigió dar lo mejor de nosotros tanto física como mentalmente”.
La expedición les ha dejado aprendizajes que trascienden lo meramente físico y como ellos mismos dicen: “Los límites están más lejos de lo que creemos. Hemos aprendido a gestionar mejor el esfuerzo, a confiar en nuestra resiliencia y, sobre todo, a disfrutar del proceso más allá de la cumbre”.
Mirando al futuro, sueñan con grandes retos como el K2, conocido como ‘el rey de las montañas’. Siempre conscientes de que “un proyecto de ese nivel es inalcanzable sin apoyo externo”. A día de hoy para ellos “el gran obstáculo es económico” ya que como la mayoría de alpinistas, Cristina y Rubén son los que financian sus propias expediciones, siendo el gran obstáculo para escalar los gigantes del planeta. Mientras tanto, seguirán buscando proyectos que les reten como cordada y les permitan compartir su pasión por la montaña.
CUMBRES ALCANZADAS EN LA EXPEDICIÓN
Huarapasca – 5.420 m
Yanapacha – 5.460 m
Chopicalqui – 6.354 m
Shacsha Central – 5.703 m
Shacsha Sur – 5.697 m
Urus – 5.423 m
Ranrapalca – 6.100 m
Tocllarraju – 6.034 m
Ishinca – 5.530 m